Arzobispo de Trujillo propone Ley sobre cambio climático y defensoría del clima.Texto completo de los aportes de Mons. Miguel Cabrejos para la difusión íntegra de sus contenidos.
Las preguntas que el Papa Francisco hizo
en el 2013: “¿Estamos verdaderamente cultivando y custodiando la
creación? ¿O bien la estamos explotando y descuidando?”, resuenan con
fuerza en este Foro Global en el que se buscan propuestas para afrontar
el cambio climático.
Las múltiples dimensiones de la
humanidad –a diferencia del paradigma criticado por Herbert Marcuse
sobre el hombre unidimensional– nos permiten afirmar hoy la
consideración que el hombre es un ser ecosistémico y climático. Es
decir, que a la par del “hombre político”, “hombre económico” y el
“hombre religioso”, por citar algunas dimensiones, también existe el
“hombre climático o ecosistémico”.
De hecho, el ser humano no es concebible
sin un entorno ecosistémico que le permita vivir y satisfacer sus
necesidades materiales y espirituales, para lo cual, social, cultural e
individualmente debe intervenir en los diversos ecosistemas de manera
responsable.
Un aspecto esencial en relación con el
entorno y los ecosistemas es precisamente el clima. La historia y la
prehistoria de la humanidad han estado condicionadas por las diferentes
manifestaciones y cambios del clima; sin embargo, en los últimos
tiempos, es el hombre que lo condiciona -intervención antropogénica la
denominan los expertos-, a tal punto que ha tenido que hacer un alto en
su camino para reflexionar sobre los múltiples impactos adversos y
perversos que los sistemas humanos, vale decir, económicos, sociales,
culturales y tecnológicos, generan a los sistemas climáticos.
Ahora en Lima participamos de la
Conferencia de las Partes Nº 20 que está orientada a elaborar el
borrador para un nuevo Acuerdo Global sobre Cambio Climático, que se
espera sea adoptado definitivamente en París el 2015.
Pero la efectividad de los acuerdos que
se tomen y del aparato jurídico que lo acompañe, en última instancia,
radica en el compromiso ambiental y climáticamente responsable de todas y
cada una de las personas, instituciones, autoridades, gremios, empresas
y ciudadanía en general.
Como advirtió el Papa Francisco en la
Audiencia General de mayo del presente año, corremos el “peligro de
creernos dueños absolutos de la creación, disponiendo de ella a nuestro
antojo, sin límites. La creación no es propiedad nuestra, ni, menos aún,
sólo de algunos, sino un don maravilloso que Dios nos ha dado para que
la cuidemos y la utilicemos con respeto en beneficio de todos. Si
destruimos la creación, la creación nos destruirá a nosotros. Dios
perdona pero la naturaleza no".
En la Liturgia de las Horas se encuentra
esta frase: “Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte de
haberle dado un día las llaves de la tierra”; y en el Apocalipsis 11, 18
está escrito: “Dios nos pedirá cuenta de su uso y herirá y destruirá a
los que hieren y destruyen la tierra”.
Considerando la preocupación que se tiene sobre el cambio climático, me permito hacer las siguientes propuestas:
1. La necesidad de contar con una Ley
sobre Cambio Climático en el país, en el marco de los compromisos
internacionales, que comprenda los derechos y obligaciones ciudadanas,
así como las responsabilidades de las autoridades a todo nivel
gubernamental. Esta ley debe asimismo trascender y sistematizar los
temas claves de discusión generados en la COP 20 CMCC; para traducirlos
en mandatos, exigencias e incentivos en materia climática, al servicio
de las actuales y futuras generaciones.
2. La creación de una Defensoría del
Clima, cuya misión debe estar focalizada a la seguridad climática y
alimentaria, con el fin de asegurar un desarrollo inclusivo, emprendedor
y ambientalmente responsable: el desarrollo sostenible implica la
protección del ambiente, la mejora económica y el bienestar de la
población.
Lima, 5 de Diciembre de 2014.
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